viernes, marzo 17, 2006

S.


S. fue mi amor del colegio primario. Con ella comencé a descubrir que las mujeres son un bocado interminable de dulzura y de dolor. Durante mucho, mucho tiempo, en cada rincón de mi corazón, estaba colgada una letra S..
Hay quien quizá diga que una cosa así no puede recordarse, contando los años que han pasado, parece atinado pensar de ese modo, pero los perros de nuestra calaña solemos mantener en forma la memoria aunque hayamos tratado de destruirla de cualquier modo posible.
Con el tiempo el tiempo fue pasando, y la niñez se mezcló con la adolescencia, la adolescencia con la juventud y ya saben cómo continúa el resto.
20 años después, la vida cruzó nuestros caminos, u otros amigos de la época los entrelazaron.
En aquel 27 de diciembre de 2004, sentí que la enfermedad me carcomía. Los nervios eran una pila, las sensaciones se conjugaban y jugaban conmigo.
R. fiel compañero y amigo, siempre a la izquierda de dios, era en esos momentos un sostén, aunque su ansiedad bien disimulada no contrastaba con la mía. Llegamos al lugar de la cena organizada para el reencuentro de compañeros de primario bastante temprano. Si teníamos que llegar a las 21.00 PM, habremos llegado 21.20. Algunas chicas ya estaban ubicadas en mesas y se miraban la caras, se acariciaban y hasta algún lagrimón nostálgico se escapó rodando por alguna mejilla bien maquillada para la ocasión.
Algunos compañeros llegaron más tarde, aunque no menos ansiosos. S llegó casi a una hora después de mi llegada y de la de R..
Volví a verla tan chiquita y tan igual que el corazón me golpeaba el pecho intentando salirse del mismo. Si se hubiera salido, sin ninguna duda se lo hubiera ofrecido en una bandeja.
Me ubiqué entre La Colo (A.) y S.. Ningún sueño hubiese resultado tan real y tan placentero como esas risas y esos comentarios con doble sentido. Descubrí, en no muchos minutos que todo estaba como entonces, que donde lo habíamos dejado, allí había quedado. Fuimos felices esa noche y hasta intentamos cobrarnos algunas facturas pendientes. Pero algo había quedado claro, ya no éramos los que habíamos sido.
Hubo tiempo para todo, bebidas, comidas hasta que la mayoría decidió partir. A. me confesó su amor escondido, I. (la que se cambió con cirugía la carita y ahora es todo un bombón) me recalcó que ella en realidad había sido mi primera novia, dato que al momento de comentármelo, yo había olvidado por completo.
En un bar, de cuyo nombre no me quiero acordar, nos bebimos las últimas cervezas entre S, A, Sergito y yo. No pude ocultar mis emociones y entre el pico alcohólico y felicidades rompí a llorar como un niñito. Lloraba de alegría.
Sergito me robó a S esa noche, y A me dio los mejores besos que había recibido en años. Le prometí con toda cortesía a A que no la llamaría, en respuesta a su proposición de volver a encontrarnos. A también estaba cambiada, como yo, pero es una bella mujer, que aparenta muchos menos de los años que tiene (los mismos años que yo, dicho sea de paso).
Caminé tambaleando por el exceso hacia la casa de mi madre, a pocas cuadras del lugar donde vi alejarse a A en un taxi. S y Sergito se acurrucaron en otro auto de alquiler y me hicieron un ademán tipo saludo que a mí me gustó mucho observar.
A mí me había besado A. , yo la había besado a ella, ella besó a S y yo le acerqué los labios. S me los humedeció con su boquita de colegiala de primario. Me recordé la promesa de no llamar a A camino a lo de mamá.
Debieron pasar al menos unas doce horas para que esa promesa fuera rota, pero jamás volví a besar a A.
S. se acercó tiempo después y nos encontramos varias veces.
Probé la miel de su sudor, pero S se corrió de nuevo, de mi vida, y aunque no la extraño, a veces recuerdo su cuerpo desnudito y menudo sobre un colchón de hotel.
Espero que no se haya ido por veinte años más.

3 comentarios:

Naty dijo...

Dos cosas. tiene ud un manejo del diminutivo tan apropiado que no sólo no molesta (o sea no suena maestra jardinera) sino que se hace necesario, casi imperativo.
La otra es simplemente: Auch!
Besos y alfombras!

Caríssimo Cuore dijo...

se agradece, pero mire usted, me la paso agradeciendo desde que la conozco, claro, si me sigue tirando flores... no me queda otro remedio.

Naty dijo...

ya vendrán los palos, recuerde en la cocina, se usan más palotes que pétalos, auqnue tengan las misma letras...
Dejémos de agradecernos y vayamos a lo nuestro pues...
Besos y hasta q nos volvamos a leer