miércoles, marzo 22, 2006

Desirêe


Desirêe, era así, como ella sola podía ser. Tan de nadie...
Mi adolescencia se perdió con ella.
Fue mi primera furia, mi primer desencanto, mi angustia contenida, mis lágrimas masticadas.
Fue mi primera experiencia en la escalera de un edificio.
Fue mi primera cita certera.
Desi me enseñó la desconfianza y el terror, el corazón abierto y el sudor.
Fue mi primer riesgo, fue descubrir que en la calle también podemos hacer cosas.
Dejé de verla ni bien cumplí mis 17 para encontrarla tres o cuatro años después. Ahí, entonces, fue mi primera fuga de casa de mamá, mi primer regreso corriendo a casa de mamá.
Resumiendo, todavía hoy miro al cielo, veo esos aviones en la noche atravesando nubes y me pregunto:
Barcelona, está tan lejos?

3 comentarios:

Naty dijo...

Barcelona es el mismo fin del mundo, o mejor dicho, el mismo fin de las historias de amor (por lo menos de mi últimas 4 historias que parecían prometedoras).
Que emblemático que haya sido la DESEADA quien le enseñara que el deseo no tiene espacio sino momento.
Me encantó la imagen de masticar lágrimas, yo siempre creí que las sorbía, pero es cierto, se mastican las muy zánganas.

Caríssimo Cuore dijo...

usted y su sinceridad me siguen conmoviendo, vió que aunque mastiquemos muchas veces los dientes no nos alcanzan?

El Trompo Promiscuo dijo...

Salud!!! por la Gallega!!!