martes, abril 11, 2006

White Skin


Encontrarme con Skin sin conocerla fue una verdadera experiencia. Nos citamos a eso de las seis de la mañana en un bar de la esquina de Entre Ríos e Independencia. En esa época andaba yo tratando de encontrarle la vueltita a la vida, cosa que nunca pude lograr por otro lado.

La vi entrar llegando sonriente, lo que me proporcionó la primera idea de una persona con mucho para entregar.

Ella venía sin rumbo fijo. Creo que la neblina de Abasto (La Plata) la traía confundida. Skin quería darle una vuelta más al ciclo de su vida, quería amor sin compromiso, quería tener un hijo a quien entregarle su amor.
Tres o cuatro días después de nuestro primer encuentro, pasó con su auto por una esquina de Boedo a recogerme.

Cenamos sandwiches en la Costanera Sur, reímos como me he reído pocas veces, me tomó las manos, me besó la frente, me acercó los labios y yo los acepté.
Skin me llevó esa noche a la casa de su madre en Palermo, ya que ésta no estaba en Buenos Aires.
Lentamente fuimos quedando desnudos en la sala enorme que tenía ese departamento.
No creo recordarme enamorado esa noche, pero si recuerdo con toda claridad mis gestos de satisfacción.
También recuerdo irme de su oficina asustado por creer que estaba saturado de algo que creía no merecer.
Era acaso eso amor?
Años más tarde alguien me pregunta sobre la belleza y sus parámetros.
Skin para mí fue de lo más hermoso.

2 comentarios:

Naty dijo...

las bellezas, las mejores, lás más memorables, las que conservamos caras en nuestro recuerdo, tanto como lo bello que nos sentimos en el momento de posserla!

Caríssimo Cuore dijo...

y a veces de perderla